Rubén Darío Camargo Rubio

La bioética social, los deberes del Estado, el respeto de los derechos civiles y la responsabilidad, y solidaridad como deber ciudadano en el cumplimiento de las medidas de salud pública (protección, lavado de manos, uso de tapabocas, distanciamiento social y vacunación), ayudarán al éxito del control de la pandemia COVID-19 en Colombia y en el mundo.

La industria biotecnológica ha desarrollado en tiempo récord varias vacunas que están a disposición de los Gobiernos para ser adquiridas, distribuidas y aplicadas a la sociedad civil para frenar la pandemia de la COVID-19. La población debe confiar en las vacunas como medio para adquirir la inmunidad de rebaño, de lo contrario tendremos que adquirir la inmunidad por contagio. La bioética centrada en la ética clínica amplía su visión a una bioética social que reconoce los derechos fundamentales a la salud, la vida y los deberes del Estado a la adquisición, distribución, acceso, aplicación y vigilancia de la vacunación durante la pandemia de la COVID-19. Se reconocen el derecho a la autonomía y a las libertades individuales, y los deberes civiles de responsabilidad, compromiso y solidaridad ante las políticas de salud pública. La bioética social es un actor dentro de la pandemia que se relaciona con las personas, las comunidades, el Estado y la salud pública, y que se argumenta a través de la ética personal y de responsabilidad. El objetivo de este artículo es dar a conocer la importancia de la bioética social, integrada a los deberes del Estado, los derechos y deberes civiles en la vacunación contra la enfermedad COVID-19.

Después del comienzo de la pandemia generada por la enfermedad COVID-19 y el esfuerzo global para controlarla, se ha dado como resultado el desarrollo, la distribución, el acceso y la aplicación de vacunas seguras y eficaces avaladas por las autoridades sanitarias competentes en el mundo. Sin embargo, la inmunización de una masa crítica de la población mundial, crucial para controlar la pandemia se enfrenta a un nuevo conjunto de desafíos, que incluyen nuevas cepas peligrosas del virus. Variantes con marcadores genéticos específicos a los que se han asociado cambios en la unión al receptor, una menor neutralización por los anticuerpos generados por una infección anterior o la vacunación y el aumento pronosticado en la transmisibilidad o gravedad de la enfermedad. Con este escenario, solo algunos Estados en el mundo han avanzado rápidamente en la inmunización de sus poblaciones, mientras hay otros en los que el acceso a las dosis es limitado o el proceso aún no ha comenzado. De acuerdo con la Organización de Estados Americanos (OEA), el 90% de las personas en países de bajos ingresos no tendrá acceso a ninguna vacuna contra la enfermedad COVID-19 en el año 2021.

Una vacuna ideal frente a la enfermedad COVID-19 debe reunir criterios de efectividad y seguridad biológica y social, y ser susceptible de ser producida a gran escala a un costo asequible y en un tiempo limitado.

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