Se realizó la cuarta y última sesión de “Diálogos contra el hambre”, actividad previa al Congreso Internacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional – CISAN 2021, organizado por Prisma ONG y la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH). En esta oportunidad se presentaron dos destacadas experiencias desde el gobierno local y la universidad para contribuir a reducir brechas de hambre y desnutrición.
En esta sesión se presentaron las siguientes experiencias: “Estrategia desde el gobierno local para atender a su población vulnerable durante pandemia” por Jorge Ruiz, gerente de la Gerencia de Gestión Social de la Municipalidad de San Borja; e “Implementación de tecnologías alternativas y disruptivas para mejorar la seguridad alimentaria”, por Fernando Jiménez Ugarte, docente e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Las exposiciones contaron con la participación de un panel de expertos conformado por Amanda Valdez, nutricionista con maestría en gestión de desarrollo social y jefa del área de fortalecimiento institucional y educación de Prisma ONG, y Óscar Aquino, nutricionista con maestría en gerencia en salud, exdirector del CENAN (Centro Nacional de Alimentación y Nutrición) y docente UPCH.
Trabajo articulado contra el hambre
“San Borja es un distrito de clase media, donde pareciera que no existe necesidad alguna en la población a la alimentación, pero como en toda localidad tiene población en estado de vulnerabilidad, en estado de pobreza o pobreza extrema”, aseguró Ruiz, gerente de la Gerencia de Gestión Social de la Municipalidad de San Borja, quien durante el 2020 con el escenario de la pandemia y el confinamiento decidió generar una estrategia sostenible: restaurantes solidarios.
A pesar de las medidas tomadas por la municipalidad en el 2020 como la entrega de canastas y almuerzos a la población vulnerable, estas acciones fueron insuficientes. “Restaurantes solidarios nació bajo la idea de que no podíamos gastar y que había una necesidad importante, le tocamos la puerta a la empresa privada, teniendo en cuenta que los negocios estaban cerrados y que los mismos restaurantes estaban golpeados. Pero nos animamos y tuvimos una muy buena respuesta”, señaló Jorge Ruiz. Cada empresa empezó a aportar, en el periodo y frecuencia de sus posibilidades, y a partir de junio se inició la distribución de los platos de alimentos preparados a las familias identificadas.
Hasta agosto de este año, el programa ha venido beneficiando a más de 205 personas en situación de vulnerabilidad crítica, como los adultos mayores que por ejemplo no puede salir de su casa porque tienen un impedimento; y se han repartido más de 14 mil platos, con el apoyo de 71 restaurantes.
Además, se han realizado otros programas dirigidos a garantizar la alimentación en San Isidro. Existe el programa “Comparte tu mesa”, el cual es ejecutado en alianza entre gobierno local y la comunidad, y que promueven la participación de las familias vecinas en cocinar un poco más de lo habitual para entregarlo a familias con necesidades; y desde marzo hasta agosto del 2021 se han entregado más de 340 platos a 54 personas, en su mayoría adultos mayores, personas que viven con una discapacidad y niños.
También se viene realizando el Comedor club de madres, donde el menú cuesta 5 soles y está dirigido a los vecinos de bajos recursos económicos de Torres de Limatambo. En este comedor cada día se cocinan entre 90 a 100 platos.
Finalmente están los “Mercados Midagri” – mercados itinerantes, un trabajo en conjunto del gobierno local y Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri)a través de Agrorural, para los que se estableció dos zonas: zona 2, límite con San Luis, y zona 10, límite con Surquillo; en los cuales semanalmente en forma rotativa el mercado se ubica en uno de estos puntos. En estos espacios se respetan las medidas de bioseguridad, y mantiene precios al alcance del bolsillo de los vecinos, directamente de los productores. Se ha logrado desde febrero más de 23 mil visitas, con un promedio de asistencia es de 536 personas.
La eficiencia de la tecnología
¿Qué es lo más importante que observas cuando piensas comprar una cocina? Muchos pueden elegirla por el precio, si es bonita o si es de una calidad reconocida; los criterios de cada uno varían, pero habría que agregar una pregunta más: ¿dónde la piensas utilizar? En la casa, en un restaurante, en un comedor popular, en una olla común, etc. La cocina debe responder a cada uno de ellos.
Fernando Jiménez recuerda que tiempo atrás lo invitaron a participar en la evaluación de aspectos técnicos en un concurso público para adquisición de cocinas para programas de apoyo en alimentación. “Empezamos a ver el mercado y sí existían normas, reglamentos, características, condiciones que las cocinas deben cumplir”, afirmó el especialista. Algunas de estas normas eran: la prueba de robustez, es decir si le colocamos algo encima no se deforme; prueba de hermeticidad, si le colocamos gas no debe fugarse; consumo térmico en llama alta por quemador, entre otras. “Era la primera vez en el Perú que se hacía un concurso público de cocinas con estas exigencias; sin embargo, esto en otros países es común, todas las cocinas pasan por estos ensayos, por ejemplo, Chile, Ecuador y Colombia.”, añadió.
En este concurso, se obtuvo que en promedio el rendimiento de las cocinas era deficiente. Mientras el mínimo debía ser de 55% de rendimiento, se obtuvieron cocinas entre 23% y 37%. “Esta deficiencia se debería a que los productores nunca habían creado una cocina, sino que copiaron modelos antiguos, y los nuevos fabricantes de cocinas lo que hacen es también copiar”. Para el especialista copiar no es suficiente, ya que se podría imitar la forma, pero no lograr la eficiencia de la tecnología. Frente a esta situación, la investigación debía actuar.
“Debemos desarrollar tecnología para que tengamos una cocina que tenga la potencia necesaria para que la persona que cocina no utilice mucho tiempo para la preparación de alimentos, pero que tampoco consuma mucho gas”, señaló. Esto último, según el especialista, era lo que generaba contrariedad entre los fabricantes nacionales.
Para lograr una combustión eficiente se requiere oxígeno, mezcla de combustible con aire y tiempo necesario para que arda adecuadamente. “Hay una forma de verlo: una cocina que tiene llamas amarillas significa que está “quemando mal”, es decir, tiene un bajo rendimiento y va a consumir mucho gas; y la llama para que sea de alto rendimiento y que consuma poco gas debe ser celeste, azul; y en el caso de gas natural debe ser casi transparente”.
Frente a este reto, desde la Universidad se desarrollaron modelos y diseños de cocina que cumplan con los requerimientos mínimos. Se inició con un modelo a computadora, del cual luego de evaluaciones, se generó un prototipo, el que se prueba en campo y se termina de ajustar. “Se montaron bancos de pruebas, se hicieron pruebas con ollas a diferentes altitudes, se identificaron las temperaturas que se alcanzaban, cuidando que en el entorno no sean excesivas. Así se garantizaba no solo la combustión sino también la seguridad”.
Estas investigaciones vienen llegando a buenos resultados que permitirán abrir el camino a nuevos ajustes en las cocinas actuales, tanto en forma como en dimensiones de sus partes, para asegurar un mayor rendimiento de las cocinas sin que represente una gran inversión por parte de los productores.
Participación de expertos
El panel de expertos en Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN) integrado por Amanda Valdez y Óscar Aquino, tuvo a cargo las reflexiones finales respecto a las presentaciones.
Aquino resaltó la importancia de adecuar las políticas sociales nacionales a la realidad local. “Si queremos dar un salto adelante debemos reconocer que debe haber implementación de políticas sociales desde el nivel nacional, pero su implementación y adecuación debe ser local. Los gobiernos locales deben jugar un rol mucho más fuerte, vinculado no solo a su propia población, sino a los organismos públicos que allí se desarrollan”.
Por otro lado, Valdez señaló la utilidad de que el Estado debe dar a las investigaciones realizadas desde las universidades. “Las investigaciones que hacen las universidades deben ir al Estado, en la lógica de ahorrarle costos. Por lo cual, debería haber un mecanismo más directo para decirles aquí están estas investigaciones y trabaje con estas, y de tal manera ahorremos costos y ayudemos a la gente. En la investigación lo que debemos buscar es que mejoren las políticas tanto locales y nacionales.”
La enseñanza de los diálogos
“A lo largo de cuatro sesiones se han podido compartir diversas experiencias que dan resultado en la mejora de la seguridad alimentaria y es lo que justamente buscábamos: compartir y reflexionar sobre las experiencias, más aún en estas épocas de pandemia nos ayude a poder contribuir al bienestar de las personas”, señala la Dra. Marilú Chiang, directora ejecutiva de Prisma ONG.
Además, la Dra. María Marull, jefa de la Carrera Profesional de Nutrición y docente de la UPCH, resaltó que “la teoría necesita de la práctica, por eso la UPCH, específicamente la carrera de nutrición, la cual tiene la actualización de conocimientos y genera más conocimiento con los estudiantes en investigación, ha hecho una alianza con Prisma ONG que cuenta con 35 años realizando programas y proyectos relacionados a la Seguridad Alimentaria y Nutricional, para realizar las cuatro sesiones de Diálogos y traer el CISAN 2021”.
El I Congreso Internacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional – CISAN 2021 se realizará del 4 al 7 de octubre. Conoce más sobre el congreso dando clic aquí.
Mira el video completo de esta cuarta sesión de “Diálogos contra el hambre” haciendo clic aquí.