En este lugar me siento tranquila. Afuera, en la calle e incluso en casa, siento todo el peso de esta enfermedad que puede atacar a todas las personas que quiero tener cerca. Mi hija ahora vive con su abuela y mi esposo, a pesar de sus cuidados y presencia incondicional, debe mantener su distancia. No quiero que nada malo les pase, especialmente por culpa mía.
El equipo del proyecto “Innovación por la Salud y el Desarrollo” (IPSYD) de Prisma, me dice que nada de esto es mi culpa. Que mi sistema inmunológico probablemente se encontraba débil, ya que no encontraron rastros de enfermedades infecciosas o VIH en mi sangre.
Es una cuestión de números: una de cada 3 personas en el mundo son portadoras del bacilo de la tuberculosis. ¡Es decir el 30%! Pero de este porcentaje solo entre un 5 y 10% se enfermarán en algún momento de sus vidas[1].
Felizmente esta enfermedad tiene tratamiento y cura. Si todos supieran esta información, tal vez menos personas me mirarían con miedo por llevar una mascarilla en la calle.
Ahora que no puedo trabajar debo soportar las consecuencias sociales de esta enfermedad. Los gastos médicos no parecen tener fin. Debo tomar los servicios de transporte público con mayor frecuencia para recibir sin falta mi tratamiento y viajar en espacios cerrados con poca ventilación en donde mi enfermedad puede propagarse y afectar a más personas. Los pasajeros deberían saberlo y abrir las ventanas, y no solo evitarme y mantenerse alejados de mí. No los culpo.
El año pasado en el mundo murieron 1, 3 millones de personas por tuberculosis[2]. Estoy segura que nadie quiere ser un número más, incluyéndome. Felizmente Prisma, a través del proyecto IPSYD, asiste a personas con tuberculosis para curarlas, recoger mayor información de la enfermedad y prevenirla.
Además, nos brindan espacios en donde mi familia y yo podemos contar nuestra experiencia y compartir lo que sentimos con otras personas que también participan de este proyecto. Ahora sé que no estoy sola en esto. Hasta ahora el equipo de IPSYD trabaja con 32 centros de salud, desde las zonas cercanas a la Panamericana Norte en Ventanilla hasta La Perla, Callao.
Escribo todo esto porque este 24 de marzo se conmemora en todo el mundo el Día Mundial de Lucha contra la Tuberculosis. Lucha de la que siempre formaré parte, incluso cuando me haya curado. Ahora que la he experimentado y aprendido de ella sé que puedo hacer más por los que padecen de TB. Debemos ser líderes para que las personas que viven con tuberculosis se sientan aceptadas y empoderadas para enfrentar este difícil problema de salud.
Fuente: Prisma
[1] Información tomada de: https://www.cdc.gov/tb/esp/publications/factsheets/general/ltbiandactivetb_es.htm
[2]Informe mundial sobre la tuberculosis 2017, OMS www.who.int/entity/tb/publications/…report/gtbr2017_executive_summary_es.pdf